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miércoles, 21 de noviembre de 2007

El regalo de Irene

Cuando Irene me dijo que tenía un regalo para mi, jamás imaginé que se trataba de llevar a cabo una de mis fantasías más antiguas, la de mirar sin ser mirados. Nunca he sido demasiado voyeur pero tenía ese sueño desde que vi en una película una escena parecida.
La cosa consistía en tener a Irene desnuda entre mis piernas utilizando su boquita, mientras yo, cómodamente sentado en un sillón, observo a una pareja retozando. Por supuesto, ellos ignorarían que alguien les mira tras el espejo que cubre la pared.
Sin embargo soy realista y nunca pensé que una fantasía así pudiera hacerse realidad. Además me resultaba ya bastante excitante escuchar a Irene inventándose situaciones parecidas con parejas conocidas. Mi chica tiene una imaginación portentosa y no se como se las arregla para acabar descontrolándome siempre.
Total, que ignoro como se las ha ingeniado, pero aquí estamos, en una habitación pequeña que tiene como única decoración un sillón frente a un espejo que ocupa toda la pared.
Irene sonríe picarona. -¿Es así como te lo imaginabas?
-Ven aquí- le digo cogiéndola por la cintura. -Eres una chica muy mala-.
-Y te encanta que lo sea- me dices mientras me empujas suavemente hacía el sillón -Y ahora... te vas a quedar sentadito y vas a disfrutar de todo lo que pase.
No sería yo quien le llevara la contraria. Así que me acomodé mientras ella se desnudaba frente a mi, en el estrecho espacio que había entre el sillón y el espejo. Cuando se arrodilló yo ya estaba que me salía y temí que en cuanto me tocará me correría como un adolescente inexperto.
-Mmmmm, mira lo que tenemos aquí, parece ser que te gusta lo que ves - dijiste acariciándome el bulto que marcaba la tela del pantalón.
"Mira que eres cabronceta" - pensé. - "¡Como no me va a gustar!".
En un pispas deslizaste la cremallera, me bajaste el pantalón y tu lengua jugaba con mi sexo al ahora te lamo, ahora no.
-Como sigas así, te voy a poner a cuatro patas y follarte hasta que digas basta -rugí.
-Jajajaja, tu has de estarte quietecito. Si no, ¡no vale!-dijiste separándote un poco para mirarme con ojos risueños.
Con una cara de "no sabes lo que te espera", seguiste lamiendo un poquito aquí, un poquito allá.De repente nuestra habitación se quedó en penumbra y tras el cristal apareció completamente iluminado otro cuarto con una cama en primer plano y atada de pies y manos sobre ella, una chica con los ojos vendados. No había más decoración que una silla al lado de la cama y en un lateral se veía una puerta.
Si bien sabía que nadie nos podía ver, me sobresalté un poco. La puesta en escena había sido impactante pero eso de mirar sin que lo sepan es muy morboso y más si a eso, se le añade el "tratamiento" que me estaba dispensando Irene.
Es guapa la chica. Morena con la piel muy blanca, o quizás es la luz que brilla sobre ella lo que hace que su cuerpo se vea extremadamente pálido. Su pecho sube y baja rítmicamente, parece dormida pero de vez en cuando se humedece los labios y mueve los brazos y las piernas como para desentumecerlos. Sus pezones apuntan al cielo. ¿Tendrá frío o será excitación? Claro que, para excitación la mía sintiendo el calor de la boca de Irene.
La puerta se abre de repente y entra un tipo alto y fuerte, con un aspecto un tanto rústico. Los pezones de la chica se han endurecido aún más e intenta cerrar las piernas sin conseguirlo. Él le dice algo, pero desde aquí no se oye nada. Se acerca a la cama y le pellizca los pezones antes de lamerlos y morderlos durante un rato. El cuerpo de ella se contrae, parece que le gusta.
Mi sexo ocupa por entero la boca de Irene, rozo su paladar y noto como su garganta se dilata. Empiezo a follarle la boca sin contemplaciones al mismo tiempo que el tipo le mete dos dedos en la vagina a la chica y los saca chorreando. Se los acerca a la boca y ella los lame lascivamente mientras él se desabrocha a toda prisa el pantalón, dejando ver un polla bastante grande. Dudo que se la pueda meter, la chica es muy menuda. Me equivoco. Se coloca entre sus piernas y la penetra de un golpe. Ella grita o eso me parece a mí. Cojo la cabeza de Irene y la empujo hacía a mi sin importarme si le gusta o no. El hombretón se esta follando a la chica violentamente, parece excitarle el gesto de dolor de su cara y sin dejar de empujar agarra sus pechos y los empieza a estrujar. Estoy a punto de correrme. Irene, con la cara congestionada, aguanta la violencia de mi penetración. Nunca le había follado la boca así y me encanta.
La cara de desconocida indica que ella tampoco lo esta pasando mal. Se ha acostumbrado al ritmo de su amante y eleva la cadera cada vez que él empuja. Por su cara, esta a punto de correrse y así es. Sale de ella y cogiéndose el miembro con las manos dirige los chorros de semen sobre el torso desnudo de la chica. Abalanzándose sobre ella empieza a lamerla y besarla con fruición haciendo que ella se arquee gozando de un intenso orgasmo.
No puedo más y me vacío en la boca de mi chica que se lo traga todo glotonamente.
-Ufffff, ha sido increíble- logro decir.
Irene me mira sonriente. La atraigo hacía mi y la beso con pasión.
-Gracias amor mio, no lo olvidare.
-Mmmm, ¿Ya no quieres mas?, pues esto todavía no ha acabado.-me dice con un mohín, cogiendo mi sexo flácido y llevándoselo de nuevo a la boca.
"Esta chica me va a matar"- pienso, mirando de nuevo hacia la habitación.
La chica vuelve a estar sola. Su entrepierna se ve brillante, seguramente por el orgasmo que acaba de tener. Los pechos están un poco enrojecidos por las "caricias" que han recibido. Suben y bajan de forma acelerada y más cuando oye abrirse la puerta. Gira la cara hacia ella aunque la venda le impide ver quien entra. Esta vez son dos chicos, de unos veintitantos, que abren los ojos como platos cuando la ven. En un santiamén se desnudan y mientras uno le pone la polla en la boca, el otro ya esta entre sus piernas penetrándola. No son muy expertos y se corren los dos antes de que Irene haya tenido tiempo de ponérmela dura de nuevo. La cara de la chica no muestra ninguna emoción. Dudo que haya tenido tiempo de excitarse. Ellos se van riéndose. Un hilillo de semen se desliza por sus piernas y la puerta se abre de nuevo.
Irene ha cambiado el ritmo de sus lamidas y mi sexo, siempre sensible a todo lo que ella hace, le responde levantándose y dándole golpecitos en los labios.
En la habitación un hombre trajeado observa a la chica atada. Ella vuelve a respirar de forma agitada, se la nota nerviosa. El se acerca a la silla donde ha dejado un maletín. Lo abre, trastea un poco y coje algo. Esta de espaldas a mi y no distingo bien lo que es.
Se gira hacia ella con una especie de fusta en la mano con la que recorre todo su cuerpo suavemente. La muchacha se estremece disfrutando con la caricia. Él, con parsimonia, sube por sus piernas, roza sus labios vaginales sin abrirlos, rodea su ombligo, sube hacia sus pechos y les da pequeños golpecitos. Los pezones parecen piedras y él desanda el recorrido y se dedica a golpearle suavemente el sexo que poco a poco se abre dejando ver un clítoris hinchado. Una mezcla de flujo y semen resbalan entre los labios rosados.
Le hago una seña a Irene para que pare y se levante. Quiero follármela y hacer que se corra hasta que no pueda más.
-Ponte con los pechos pegados al cristal y abre bien las piernas-le susurro al oído, lamiéndole el cuello mientras me quito el pantalón.
- Chsst, no digas nada.- Mi sumisa compañera hace lo que le digo, obediente. Se la ve preciosa y muy deseable.
La desconocida esta gozando como una loca. Su cuerpo se tensa y destensa sudoroso y el ejecutivo no parece cansarse. Sigue acariciando con la fusta su clítoris, sus pezones, sus muslos provocándole un orgasmo tras otro.
Me pego a la espalda de Irene. Ella ve por primera vez lo que esta pasando detrás del cristal. Pongo mi mano entre sus piernas. Parece que le gusta el espectáculo, esta empapada.
-Que zorra eres-le digo en voz baja metiéndole tres dedos en su sexo. Ella gime y empuja su culo contra mi.
El hombre ha dejado la fusta y esta desatando a la chica, que se frota las muñecas doloridas. La ayuda a levantarse y vienen hacia nosotros.
Irene intenta separarse del cristal, pero yo la empujo aun más contra él aplastándole los pechos y restriego mi sexo contra sus nalgas.
-Recuerda que no nos pueden ver- le digo para tranquilizarla mientras le acaricio el clítoris suavemente. Le tiemblan las piernas. Se va a correr de un momento a otro.
El ejecutivo ha tenido la misma idea que yo y coloca a la chica contra el cristal, de espaldas a él. Su boca y sus pechos aplastados coinciden con los de Irene que a estas alturas ya no puede mas y se corre mojándome la mano. Después del primer orgasmo, mi chica esta hiper sensible y no es difícil hacer que se corra una vez tras otra. Así que sigo con mis caricias en su clítoris. Ella se mueve intentando sacar mi mano y lo único que consigue es que mi polla se entierre aun mas en sus nalgas.
Parece que lo que hay bajo el espejo es una especie de ducha o bañera porque un chorro de agua cae sobre la chica que pronto queda empapada. El hombre empieza a jabonarla suavemente entreteniéndose mas de la cuenta en sus pechos y su sexo. La cara de la chica es un poema, se esta corriendo otra vez, al igual que Irene.
-Para, por favor- me dice entre gemidos.
Le muerdo la nuca y le concedo dos minutos. Así que saco la mano de su sexo y le empiezo a sobar las tetas como a ella le gusta, primero suave, después apretándolas un poco como amasándolas y pellizcando de vez en cuando los pezones.
El ejecutivo ha aclarado todo el jabón y la chica se ve preciosa, con el pelo chorreando enmarcándole la cara y todo el cuerpo mojado. La inclina hacía delante y yo hago lo mismo con Irene, me gusta ver las caras de las dos mujeres pegadas, separadas apenas por un cristal.
Él se desnuda dejando la ropa perfectamente doblada sobre la cama. Es un tipo meticuloso y se lo toma con calma. Ella espera inclinada y por la forma como respira, vuelve a estar nerviosa.
-¿Te vas a correr otra vez, verdad?- le pregunto a Irene sabiendo que esta a punto de hacerlo. Tiene unos pechos muy sensibles y mis caricias se concentran en sus pezones. Se lleva la mano a la entrepierna y presiona su clítoris mientras grita dejándose llevar. Tengo que sujetarla para que no se caiga. La abrazo, dejándola descansar un poco.
-Muy bien, preciosa. Lo has hecho muy bien.
Unos golpes me hacen volver a mirar. El hombre, desnudo, esta penetrando por detrás a la desconocida que a cada embestida golpea el cristal. La agarra por las caderas, clavándole las manos.
No puedo resistirme, vuelvo a colocar a Irene de espaldas a mi, la inclino y busco su sexo. Mojo mis dedos en sus flujos y busco ese otro orificio que me vuelve loco. Ella se da cuenta de lo que quiero y me facilita la tarea poniendo el culo en pompa y abriendo aún más las piernas.
Su ano rosado, esta entreabierto y recibe mis dedos aprisionándolos con fuerza. Parece que me estaba esperando.
-Metemela ya- me pides con un rugido y no te hago esperar.
Pronto los golpes en el cristal se duplican. La chica parece sorprendida pero su amante se sobre excita al darse cuenta de que hay alguien detrás. La coge del pelo, del pecho, le da unos azotes y ella gime y gime, al igual que Irene.
El ejecutivo y yo acabamos casi al mismo tiempo y vosotras como si estuvierais confabuladas, seguís empujando la cadera hacia atrás gritando de placer al notar el semen caliente llenando vuestras entrañas. Noto en todo mi cuerpo tus palpitaciones. Es inexplicable como me siento en este instante. Me separo de ti cuando noto que te has calmado y te dejas caer sentada en el suelo. Al otro lado del cristal la desconocida debe haber hecho lo mismo, ya que solo se le ve la cabeza. El ejecutivo, increíblemente eficaz, ya se ha vestido y va camino de la puerta.
Miras a tu anónima compañera que en ese momento se ha quitado la venda de los ojos y como si pudierais veros, ambas juntáis los labios en el cristal, imaginando un beso imposible de realizar.-Gracias- consigo musitar.

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