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viernes, 29 de junio de 2007

Safo de Lesbos

Safo fue una poetisa griega (600 a.C.) nacida en la isla des Lesbos. Daba clases a jóvenes aristócratas a las que preparaba para el matrimonio y por lo que se deduce de sus poemas se enamoraba de ellas y con alguna mantenía relaciones (A pesar de estar casada). De estas relaciones salieron los términos safismos y lesbianismo para denominar las relaciones homosexuales entre mujeres.

Fue una mujer muy famosa en su época y su fama se acrecentó después de su muerte. Se suicidó despeñándose por un acantilado (no se sabe si despechada por un hombre o una mujer). De su obra, muy extensa, se conservan apenas unos poemas porque en el año 1970 la Iglesia Católica ordenó quemar todos sus poemas.
Su obra es uno de los ejemplos más sobresalientes de la lírica (poesía escrita para ser recitada acompañada de la música de una lira). Su poesía habla del amor, de los celos, de la pasión y casi siempre esta dedicada a muchachas.


A una amada

Me parece que igual a los dioses
es aquel joven que frente a ti
se sienta y escucha de cerca mientras
amable conversas.

Y sonríes seductora. Sí, esto
aterra mi corazón dentro del pecho,
pues tan pronto te miro un instante,
como ya me es imposible decir una palabra,
pues mi lengua desfallece; en seguida,
un fuego sutil irrumpe bajo mi piel,
nada veo con mis ojos, zumban
mis oídos,
se me esparce el sudor, un escalofrío
me apresa toda, estoy más pálida que la hierba
y me parece que falta poco para morir.
Pero todo hay que soportarlo, pues

domingo, 24 de junio de 2007

Jugando

- Lo estas haciendo muy bien preciosa, así inclínate un poco más. Quiero ver esas braguitas tan lindas. Ummmmm, me encanta.

Me excita exhibirme para ti, ver como tu cara, habitualmente tan seria, se transforma. Te brillan los ojos, se humedecen tus labios, se entreabre la boca y sonríes de forma tan lasciva que solo con verte todos los poros de mi piel se abren y empiezo a destilar ese perfume tan particular que sé que te pone a cien.

- Súbete un poco más la falda... ¡Dios, que culo tienes!

Si supieras como me pone tu voz no serías tan tacaño con lo que me dices. Sí, sé lo mucho que te cuesta decir según que cosas pero tampoco fue fácil para mí hacer posturitas ante ti dejando a un lado el pudor y los complejos. Necesito que te desinhibas, que me pierdas el respeto, que me digas lo que estoy deseando oír, esa palabra que hará que me vuelva loca y solo desee ser tuya y que hagas conmigo lo que quieras.

-Siéntate, abre bien las piernas, tócate por encima de las bragas. ¿Estas caliente, verdad?

¡Cómo no voy a estar caliente! Si en lo único que puedo pensar es en tu polla. Ves... no cuesta tanto ser soez. Claro que... pensar que estoy caliente como una perra y que quiero que me folles como a una puta, no es lo mismo que decírtelo. Solo de pensarlo me he ruborizado, lo noto. Me quema la cara ¡Si fuera sólo la cara!
El algodón de la braga se pega a mi piel, estoy empapada. Cada caricia es más intensa que la anterior, mis dedos presionan sobre la tela intentando abrir los labios de mi sexo para rozar aunque sea mínimamente el clitoris. Lo único que consigo es hundir la tela y el roce es a medias doloroso, a medias placentero.

-Quieta, las manos sobre el reposabrazos.

Tus ojos fijos sobre mi sexo mirando los labios remarcados por la tela húmeda de las bragas, de esta forma quedan aún más expuestos que si estuviera desnuda. Mi sexo palpita, la sensación es tan intensa que creo que hasta tu lo puedes ver.

-Desabróchate la camisa. Así, apártala un poco. Te van a reventar los pezones... Bájate el sujetador. Quiero verlos sin tela de por medio. Pellízcalos.

Te lo estás tomando con calma y yo estoy al borde del orgasmo. Déjame que me masturbe para ti. Necesito que veas lo cachonda que me pones y que sepas que soy capaz de todo por ti.

- No te muevas. Cierra los ojos y no los abras hasta que yo te diga.

Ummmm, eso de no ver me pone un poco nerviosa. ¿Sigues mirándome? Me cuesta mantenerme inmóvil ignorando las ordenes de mi cerebro que inducido por mi sexo me dice que me tire sobre ti y te cabalgue salvajemente hasta que explotes dentro de mi. Me contengo, me duele el sexo de tanto contener el orgasmo.

Ohhhhh, algo metálico y frío recorre mis muslos ascendiendo despacio. Eso no me lo esperaba. Te noto tan cerca que casi puedo sentir tu calor. Esa cosa de metal se mete por debajo de mis braguitas, sobre mis ingles.
"Clic, clac" La tela cae. ¡Son unas tijeras! Despacio sigues con tu juego. Acaricias con el metal y cortas la ropa. Rozas casi como si fuera un descuido mis partes más sensibles para hacerme saltar. Un roce más y acabaras con mi control.
Me tienes ahora completamente expuesta. La blusa desabrochada, los pechos libres del sujetador, la falda enrollada en la cintura, mi sexo desnudo.

-Abre los ojos.

Estas arrodillado frente a mi, mi sexo a la altura de tu ojos, palpitando.

-Estas empapada. ¿Te gusta que te trate así?

Hundes tus dedos en mi sexo y empiezas un mete saca frenético. Buscas mi boca, me besas, me muerdes. Pellizcas mis pezones, estrujas los pechos. No puedo resistirlo más

- ¿Te vas a correr para mi, puta?

Lo has dicho susurrándolo en mi oído y tus tus dedos se han hundido más y mas dentro de mi. Exploto en un orgasmo increíble. No puedo parar de gritar. Sacas tu mano empapada, lames tus dedos y me abrazas con fuerza. Acabamos tirados por el suelo, tus ojos me miran con deseo.

-Te voy a follar hasta que me digas que pare, puta.

El comentario me vuelve a poner al borde del orgasmo y sé que esta noche será difícil de olvidar y que tal vez no te cueste tanto, otro día, volver a decir esa palabra que tanto te ha costado soltar.

domingo, 17 de junio de 2007

Modelos


Siempre me he preguntado que sienten las modelos cuando posan desnudas para un grupo de aprendices de pintor.
¿Se sentirán nerviosas cuando dejan caer la ropa al suelo? O todo lo contrario, se llenan de paz interior y por eso se ven tan magnificas en su desnudez.
A veces pienso que es simple exhibicionismo. En vez de mostrarse en lugares publicos de cualquiera manera a riesgo de que algún depravado se les eche encima, lo hacen bajo los focos de un estudio, sometiéndose a la mirada de un grupo de artistas capaces de alejar de su mente cualquier tipo de pensamiento libidinoso.
Es posible que simplemente estén pensando en la lista de la compra mientras posan y no sienten las miradas sobre su piel.
Si yo fuera modelo mi mente sería un torbellino y no creo que pudiera mirar a la cara a ninguno de mis atentos observadores.
Primero me pondría nerviosa y no sabría ni como ponerme. Alguno se acercaría a mí, me indicaría la pose a adoptar, me colocaría los brazos de forma adecuada, retiraría un mechón de mi cara con una caricia y volvería a su lugar.
Después de esto, más tranquila pero completamente ruborizada me enfrentaría a los pintores y empezaría a disfrutar con la situación.
Me calentarían sus miradas "profesionales" sobre mí y sentiría esa sensación tan familiar entre calor y frío, la humedad empezaría a lubricar mi sexo.
Cambiaría la expresión de mi cara y alguno me diría: "Esa sonrisa no, tu cara ha de estar relajada" pero me sería imposible cambiar la cara imaginándoles a ellos desnudos también a mi alrededor.
Uno me besaría, otro estrujaría mis senos, alguno más rápido hundiría su mano en mi sexo. Los más fetichistas lamerían los dedos de mis pies y los olores de unos y otros llenarían el estudio.
Sus sexos calientes y duros contra mi piel me enardecerían.
Confusión de bocas, de manos, de sexos. Mezcla de pieles, de olores, de sabores. Ruidos de besos, de succión, de penetraciones constantes. Jadeos, gemidos, gritos.
Mirar y ser mirados, usar y ser usados. Cuerpos enredados sin distinción de sexo. Lujuria o locura o simplemente sexo inesperados placentero y sin barreras.
Arriba, abajo, de un lado, de otro, el espacio se expande y se contre adaptandose al amasijo de cuerpos sudorosos.
Penes grandes, penes pequeños, lisos, llenos de venas, inquietos, salvajes... El universo en ese momento gira alrededor del pene y me siento bien. Me siento feliz, satisfecha, poderosa, casi como una diosa.

- Cariño... si sigues sonriendo así no podemos continuar. Cinco minutos de descanso y seguimos.

El universo de penes se derrumba y yo sigo aquí, desnuda y ellos allí. Frente a mí. Detrás de sus caballetes y por supuesto... todos están vestidos.
Sacudo la cabeza a ver si así logro que mis pensamientos salgan volando y si hay suerte... Quien sabe, ¡Yo si creo en la telepatía!
No puedo dejar de preguntarme: ¿Qué sienten las modelos cuando posan desnudas.

miércoles, 13 de junio de 2007

Un certificado

Siempre me ha gustado recibir cartas pero de un tiempo a esta parte escasean por culpa de Internet.
Recuerdo muy bien cuando te abrí la puerta por primera vez, hace ya tres años.
-Un certificado-dijiste echándome un rápido repaso.
Acababa de salir de la ducha y me había puesto lo primero que encontré, un vestidito de tirantes tan desgastado que mostraba más que lo que tapaba y como casi no me había secado, la tela se pegaba a mi piel como un guante.
-Es por el frío-te dije al ver tus ojos pegados en mis pezones mientras firmaba el resguardo.
Esperaba que te cortaras y te fueras rápidamente avergonzado. ¡Qué ilusa! No te conocía.
Sin darme tiempo a reaccionar te colaste en casa, cerraste la puerta con un meneo de caderas, metiste las manos bajo mi vestido y cogiéndome por la cintura me acercaste a ti mientras tus labios se pegaban a los mios. Todavía no sé por qué no te rechace pero me deshice cuando tus dedos empezaron a acariciar mi sexo y susurrándome al oído me dijiste: "¿Mejor ahora, preciosa?" De ahí a revolcarnos como locos por el suelo del recibidor solo hubo un paso.
Me usaste como quisiste y mis gritos de placer se debieron de oír por toda la escalera pero en aquel momento no estaba pensando precisamente en eso.
Me debí de quedar dormida y cuando desperté ya se había ido, todavía tenía su olor en mi piel y aunque agotada si hubiera estado a mi lado...

Fue duro aguantar las miraditas de los vecinos, señal de que me habían escuchado y que me habían clasificado de chica fácil por decirlo de una forma suave pero me lo compensabas con creces. ¡Seguro que era la única usuaria de Correos a la entregaban las cartas en persona!
Me aprendí tu piel de memoria, mi lengua conocía el lugar exacto que hacía que explotaras y te derramaras entre gritos la mayoría de veces sobre mi.
Me volvía loca sentir tus manos extendiendo tu semen sobre mi pecho y después tu lengua lamiéndolo para besarme inmediatamente compartiendo tu sabor, mi sabor.
No quedó lugar de la casa que no recorriéramos, ni postura que no intentáramos. Cada vez que sonaba el timbre rezaba a todos los dioses para que fuera una nueva carta.
Nos conocemos tanto y sin embargo, todavía hoy desconozco tu nombre, tu vida, tu teléfono, tu dirección... Somos dos desconocidos unidos por una pasión inexplicable y eso hace que volver a tenerte sea especial.

Fueron pasando los años y las cartas se fueron espaciando lo que hacía que cada encuentro fuera más apasionado, casi con desespero como si fuera la última vez que nos íbamos a ver. Hasta que llegó el momento que tanto habíamos temido, las cartas dejaron de llegar.
Todos mis amigos y amigas se han pasado al messenger y las únicas cartas que llegan son los recibos del banco y esos no los repartes tú.
Me suscribí a una colección horrible de muñecas chochonas con el único fin que las trajeras a casa pero resultó que las traían por Seur.
Soborné a mis parientes para que dejaran de usar el teléfono y escribirán cartas pero no pasaron de la primera.
Me suscribí a mil y un boletines informativos pero... eso tampoco compete a Correos.
Por fin encontré la solución, ¡la teletienda acudió en mi ayuda! Tengo la casa llena de trastos inútiles y mi cuenta bancaria empieza a rozar los números rojos pero cada vez que suena el timbre y escucho tu voz diciendo: "Un certificado" un escalofrío recorre mi columna y el calor inunda mis entrañas mientras te abro la puerta.