/*Codigo para emoticonos*/

domingo, 30 de noviembre de 2008

Cuidado con lo que deseas

Supe que acabaría entre tus brazos otra vez, desde el momento en que oí tu voz a través del móvil. No puedes imaginarte lo que sentí al escucharte. Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo erizándome la piel.
Tu decías algo sobre vernos pronto y yo... yo ya estaba saboreando tu boca.
Hablabas de tu regreso y de lo mal que lo habías pasado y yo recordaba que la última vez que nos vimos, una semana antes de que te fueras, hicimos el amor.
Hacía más de un año que no follábamos. Por que lo nuestro, no nos engañemos, siempre había sido puro sexo. Nos queríamos, sí, pero como hermanos. Incestuosos, si te gusta más, pero hermanos.
Esa noche fue diferente. Quizás ambos sabíamos que íbamos a estar mucho tiempo sin vernos, o tal vez porque nos queremos más de lo que nos gusta reconocer, o simplemente añorábamos el contacto de nuestra piel.
Todo empezó de forma inocente. Compartíamos cama y era absurdo ponerse un pijama por falso pudor cuando, ni a ti ni a mí, nos gusta dormir con ropa.
Por inercia y ayudados por el frío, adoptamos nuestra postura habitual. Yo acurrucada entre tus brazos con la cabeza sobre tu pecho.
-¡Estas helada!-exclamaste pegándote más a mi.
Hablamos durante horas. Tú, sobre la maravillosa mujer que había sido capaz de atraparte. Yo sobre el interesante hombre que acababa de conocer. No te habías marchado y ya te echaba de menos.
No recuerdo quien beso a quien, pero no he olvidado lo dulce que resultó aquel beso y las caricias que lo acompañaron. Esa noche no hubo relatos excitantes, ni palabras obscenas, ni jueguecitos de amos y sumisas. Esa noche nos amamos en silencio, lentamente.
Tu boca se fundía con la mía y nos mecíamos con el suave vaivén de nuestros cuerpos que apenas se atrevían a separarse de tan doloroso como resultaba.
Me moría de ganas de decirte: "Te quiero", pero no lo hice.
Cuelgo el teléfono. Hemos quedado para el lunes. ¡Qué tres días más interminables me esperan! Estoy excitada como hacía tiempo que no lo estaba. No dejo de pensar en ti. ¿Sentirás tu lo mismo?
He cambiado mucho. Imagino que tu también. No dudo de nuestra amistad, eso no. Pero ese deseo súbito que me mantiene en perpetuo estado de excitación... Algo me dice que te ocurre lo mismo y me aterra y me encanta por igual.
Fantaseo con que me beses nada más verme y sin hablarme me atraigas hacía ti y busques mi pecho sobre la ropa sin importarte que la gente nos mire y me lleves a uno de esos cutres meubles que solías frecuentar con tus conquistas. Y una vez allí, como dice la canción, te olvidaras de que soy una señora y me trataras como una puta. Una de esas que sueñas con tener en tu harén particular. ¡Qué fácil es soñar! Lo más probable es que no pasemos del abrazo y los dos besitos de rigor antes de ir a tomar un café.
Por fin ha llegado el momento. Se me ha desbocado el corazón cuando te he visto en la acera de enfrente braceando para llamar mi atención.
El semáforo se ha puesto en verde, vienes hacía mi. Me abrazas con fuerza, buscas mi boca. Tu lengua se enreda con la mía. Cierro los ojos, me dejo llevar. No quiero despertar.