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martes, 3 de febrero de 2009

Esculturas sexys en plastelina

Hoy os presento la web de Francesc Such, un escultor que trabaja con diferentes materiales pero especialmente con plastelina.
Se le puede encontrar en ferias de artesanos y medievales aunque también organiza talleres.
Esta es una muestra del rincón sexy de este escultor.



En su web podéis encontrar muchas más cosas interesantes, no dejéis de visitarla: Francesc Such

jueves, 22 de enero de 2009

Realidad

Nota: Este relato lo escribí en catalán por lo que he decidido traducirlo y poner las dos versiones. Espero que os guste aunque sea un poco más moderado de los que he publicado hasta ahora.

Versión en castellano

Los labios de un tono cereza oscuro previamente perfilados y para acabar, un poco de brillo. Ahora quitar el exceso de grasa con ayuda de un trozo de papel higiénico y a continuación volver a perfilar con cuidado. Según Eva, esta es la forma de conseguir unos labios irresistibles y casi permanentes. Justo lo que necesito esta noche.
Ahora los ojos, lo haré a mi manera aunque no quede tan perfecto, de todas formas con las gafas tampoco se nota tanto. Un poco de sombra marrón oscura cerca de las pestañas y por encima amarrillo mezclado con rosa en dirección a las cejas. Perfilar el párpado inferior con lápiz negro y una buena capa de rimel. ¡Ya esta! No ha quedado tan mal. Hasta parezco guapa y todo.
Son las ocho y aún no me he vestido y Adrián me espera a las nueve en la otra punta de la ciudad. He de darme prisa. No puedo llegar tarde a nuestro primer encuentro y que se lleve una mala impresión. ¿Qué perfume me pongo? No sé si le gustan o no los olores fuertes. ¡A mí me encantan! Decidido, me pondré el que me regalo Nieves para mi cumpleaños. Huele como a Oriente, un olor sensual y él... ¿No dice siempre que soy la mujer más sensual que ha conocido en su vida? Claro que, nunca me ha visto. Su opinión viene condicionada por un par de fotos y nuestras conversaciones diarias. ¿Y si no le gusto? Mejor le llamo y le digo que no puedo ir. ¡Esto es una locura! No, no puedo hacer eso. Ha venido expresamente para que nos conociéramos. Sería una putada darle plantón. Además fui yo quien provocó este encuentro. Fue mi mano la que escribió: “Coge el avión y ven a rescatarme, me ahogo” Lo que no podía imaginarme es que se lo tomara al pie de la letra y viniera de verdad.
He de darme prisa. Un poco de vaselina detrás de las orejas, cuello, muñecas, pliegue de los codos y entre los pechos i el perfume por encima. Así dura el doble y si no dura me da igual. Mi madre lo hacía así y yo sigo la tradición. ¿Qué pensaría mi madre de lo que estoy a punto de hacer? Me echaría la bronca. Me diría que tengo la cabeza llena de pájaros y que sólo busco problemas en vez de disfrutar de la vida tranquilamente.
Esta es la cuestión. ¿Cómo se disfruta de la vida tranquilamente? Yo no sé hacerlo. No me llena el hecho de tener un buen trabajo, un piso agradable, un hijo inteligente y un buen marido. Necesito un poco de aventura, algo que me saque de la rutina. No pido cosas demasiado sofisticadas. Me conformaría con que Manuel me sorprendiera de vez en cuando con una flor, una cena sorpresa (aunque fuera en el bar de la esquina), entradas para el cine... ¡Qué sé yo! ¡Cualquier detalle por pequeño que fuera! La rutina me ahoga y nadie se da cuenta excepto Adrián.
Las ocho y media y aún sin vestirme. No sé si ponerme el vestido negro largo o los pantalones de lycra con el top rojo. Las dos cosas me quedan mal. Tengo que adelgazar. El lunes empiezo y esta vez será de verdad aunque... Hace más de cuatro años que empiezo la dieta el lunes y la acabo el martes. Me falta motivación, alguien que me apoye. ¿Cómo se puede hacer una dieta si los que viven contigo no paran de comer? Todo el día masticando algo. Que si patatas fritas, que si palomitas, caramelos, pastelitos... ¡Cómo ellos no se engordan! Al final acabo picando yo también y después me entra un enorme sentimiento de culpabilidad y me enfado, y como estoy enfadada como para tranquilizarme y vuelta a empezar. Pero como explicárselo a ellos si no entienden nada y lo único que dicen es que cada uno es como es y no hay que darle más vueltas. ¿Cómo quieren que no le dé vueltas si cuando voy a comprar ropa todo lo que me gusta no pasa de la talla 38? Al final acabo en tiendas especializadas en tallas grandes y allí sólo hay ropa de vieja. Nada moderno ni atrevido. Se creen que por estar gorda ya no tengo derecho a llevar ropa extremada. Yo lo necesito. Quiero que los hombres me deseen, que se enamoren de mis curvas, que me hagan sentir sexy. Me pondré los pantalones de lycra y top rojo y debajo... Un tanga negro, nada de sujetador. ¡Adrián se volverá loco!
El siempre dice que soy la mújer más atractiva que conoce y que mi físico no es importante, que lo que importa realmente es mi personalidad. A mi tampoco me importa que el sea bajito ni que tengo unos años más que yo. Nunca le he dado importancia al físco. Es más, no me gustan los típicos “guaperas”. No me inspiran confianza. Quizás es por mi falta de autoestima, pero creo y pienso que no me equivoco mucho, que las personas normalitas o feas tenemos más cosas para ofrecer. Como siempre hemos sabido que nuestro físico no es ninguna maravilla hemos desarrollado mucho más el interior, los sentimientos.
Siempre hay excepciones, claro. Mi marido pertenece al grupo de las excepciones. Es pobre tanto de físico como de pensamiento. Y con esto, no quiero decir que sea tonto ni mucho menos, si no que se ha olvidado de que las cosas que no se ejercitan se oxidan. Él es un buen hombre oxidado por la rutina, y es feliz.
Cuando lo conocí no era así. Nos pasábamos horas y horas hablando de cualquier cosa y haciendo el amor desesperadamente. ¡Nos deseábamos tanto! Hacíamos proyectos de futuro juntos. Éramos felices ¿Cómo imaginar que tan solo eran castillos de arena que el tiempo se encargaría de deshacer? Ahora sólo hablamos de trabajo, hacemos el amor cada seis meses y ni siquiera es un acto de amor. Es mas bien como el tributo que hemos de pagar por el hecho de estar casados. El no tiene proyectos y yo sólo pienso en el divorcio.
Las nueve menos cuarto, llegaré tarde. ¿Dónde he puesto las sandalias negras? Nunca encuentro nada cuando tengo prisa. Ya las veo, al fondo del armario. ¿Dónde más podían estar? Un último repaso antes de salir. Maquillaje, bien. Ropa, bien. Perfume, bien. El pelo, perfecto, Ana tiene unas manos mágicas. ¡Valió la pena estar tres horas en la peluquería! Ahora el collar de terciopelo negro y los pendientes de plata largos para que resalten el cuello. ¿Se atreverá a besarlo? Espero que sí. ¡Me muero de ganas! Si me lo hubieran dicho hace unos meses no me lo hubiera creído. ¿Cómo es posible tener una relación con alguien que casi no conozco de nada?
Adrián salió de la nada una noche de un domingo cualquiera hace un año. Me gustó su forma de hablar. Lo encontré interesante pero nunca hubiera pensado que significara tanto en mi vida. Nuestra relación creció al mismo tiempo que se hundía mi matrimonio. No le quiero, lo tengo claro o al menos creo que lo tengo claro. En todo caso es una forma de amor que no tiene nada que ver con la típica de pareja. Confío totalmente en él, es difícil saber el por qué. Cuando empezamos ha hablar me olvido de los miedos y los complejos. Me dejo ir. Sé que puedo contar con él para cualquier cosa y eso me hace sentir fuerte.
Ya he llamado al taxi. Iré bajando no sea que se vaya sin mi y entonces si que la hemos hecho buena. Ha sido un auténtico reto planificar este encuentro. El niño se ha ido a pasar el fin de semana con los abuelos. Eso ha sido fácil, pero con Manuel casi pierdo la esperanza. No encontraba la excusa perfecta. Supongo que por falta de práctica. Montones de preguntas han caido sobre mí estos últimos días. Al final le he dicho que voy a una despedida de soltera de una compañera de trabajo. Cena, fiesta, pasar la noche en un hotel y playa mañana. Eso me da un amplio margen por lo que pueda pasar. Si todo va bien será un fin de semana mágico con Adrián si no, siempre puedo volver a casa diciendo que me encuentro mal.
Manuel desconfía de mí y tiene razón aunque yo no le he engañado nunca, al menos de forma tradicional. Creo que si lo hago hoy es porque él me ha empujado ha hacerlo. Su actitud me ha hecho desear hacer realidad lo que hasta ahora sólo era una fantasía.
Es curioso eso de las fantasías. Siempre he tenido. Forman parte de mi personalidad y me sirven de estímulo para seguir viviendo. Cuando era pequeña, mi juego preferido era simular películas. Repartíamos los personajes y nos inventábamos una historia. Cada rincón del patio del colegio era un escenario donde transcurrían nuestras aventuras. Había un pequeño problema, como la escuela era sólo para niñas, los papeles masculinos no tenían mucho éxito. Todas querían papeles femeninos. A mí no me importaba y solía ser siempre el protagonista masculino. Me gustaba. Eran unos personajes importantes que a diferencia de los femeninos, tomaban decisiones que hacían cambiar el juego continuamente. Tenía sólo seis o siete años. Todavía no sabía que eso era una actitud machista. Lo encontraba normal y seguía las reglas del juego. Habían de pasar todavía unos años antes de que empezara a revelarme contra el sistema.
De aquellos años de infancia tengo un recuerdo especial: el momento en el que descubrí mi sexualidad. Fue una cosa totalmente fortuita y hasta unos años más tarde no sabría que a eso se le llamaba masturbación.
Fue el día siguiente a Reyes. Me habían regalado un muñeco precioso, un bebé que hacía pipí cuando le dabas el biberón. Todas las niñas de la calle tenían uno igual y nos esmerabamos en demostrar que éramos las mejores madres del mundo. La escalera de Rosario era nuestra casa. Allí cambiabamos pañales, dabamos el biberon, jugabamos con nuestros bebés sintéticos y los poníamos a hacer la siesta. Como el niño no se dormía nosotros nos tumbábamos a su lado simulando que dormíamos.
Me estiré al lado del muñeco. La falda se me había levantado un poco haciendo que mis piernas desnudas estuvieran en contacto con el suelo frío. Me gustó esa sensación. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al mismo tiempo que sentía una cosa extraña en mi sexo, el “rin”como le llamabamos nosotras. Me gire boca abajo y metí una mano por dentro de las braguitas. ¡Estaba mojada! Me asusté. ¿Cómo se me había escapado el pipi? Mis amigas se reirian de mí y mi madre se enfadaría mucho. Acerqué el dedo mojado a la nariz. No olía a pipí. Era otra cosa. El calor en mi sexo se había incrementado y empezaba a tener algo parecido a un picor. Con cuidado para que no me vieran mis amigas me bajé un poco las braguitas. Pensaba que con el frío del suelo el picor desaparecería. Se me puso la piel de gallina, pero era muy agradable y si me movía un poco todavía más. Ninguna de mis amigas se dió cuenta y continuamos jugando toda la tarde como si nada.
No se lo expliqué a nadie. Tenía la impresión que eso era una cosa que no debía estar bien. No se podía hablar del “rin” o del “gusanito” de los niños porque eran cosas sucias.
Por la noche lo repetí descubriendo con sorpresa que dentro de la cama caliente también funcionaba. Desde ese día mis manipulaciones las hacía siempre a la noche. Mi hermano dormía en la cama de al lado pero era demasiado pequeño para darse cuenta. Ahora sé que todos los niños se tocan, “exploración” dicen los pediatras. Con el tiempo estos tocamientos desaparecen hasta llegar a la pubertad. En mi caso no fue así. Cada día me acariciaba hasta dormirme. Era fácil, no necesitaba imaginar nada porque era un simple acto físico. Un instinto.
A los doce años me operaron de apendicitis y en el tiempo que estuve en casa sin ir al colegio descubrí que me gustaban las novelas de miedo que leía mi madre. Hacía años que cada sábado íbamos a una tienda a canviar cómics i novelas. Siempre nos gustó leer en casa. Cada uno sus cosas, claro. Las novelas de mi madre eran de amor y de miedo. Nunca les había hecho caso, pero despues de la operación estaba tan aburrida que me dió por leer una de miedo. Fue uno de los descubrimientos más importantes de mi vida.
Trataba de un grupo de excursionistas que llegaban a una casa enorme en medio del bosque para pedir ayuda. Su autobus se había roto. Allí vivían un grupo de gente muy rara lideradas por un chico que decía ser hijo del diablo. Os podeís imaginar el resto. Entre asesinato y asesinato había toda clase de escenas sexuales.
Desde entonces cada vez que me masturbaba imaginaba cosas como las que había leído y todavía lo hago aunque no lo sepa nadie. No hay fantasía que me provoque más placer que imaginarme atada de manos y pies y violada por dos hombres que no paran de decirme obscenidades todo el tiempo.
Muchas veces se lo he querido explicar a mi marido pero no me he atrevido. Él es demasiado sencillo para entenderlo. Si ya me mira mal cuando le pido que me ate y me lama todo el cuerpo o que me tape los ojos y me diga cualquier guarrada mientras me hace el amor. ¿Cómo confesarle que me masturbo regularmente y lo hago con fantasías masoquistas?
Mi fantasía con Adrián no es de ese tipo. Simplemente nos damos placer mutuamente sin pensar en nada más. Es increible el grado de complicidad que hemos llegado a tener a pesar de que yo no facilito mucho las cosas. Mi timidez muchas veces es como un muro que cuesta tirar a tierra. Pero él sabe como hacerlo.
Se que puede parecer de locos masturbarse delante de una pantalla de ordenador escribiendo y leyendo las sensaciones que tenemos uno y otro. O encerrarse en el baño con el telefono para compartir nuestros gritos de placer al llegar al orgasmo.
Y si a eso se le añade, los sms continuos con alguna petición morbosa. Como la de quitarme el sujetador en el baño de la oficina y pellizcarme los pezones, o ir de compras sin ropa interior, o llevar puestas unas bolas chinas cenando en casa de mi cuñada.
Cada proposición era más excitante que la anterior y estaba deseando hablar con él para contarle que habia sentido en esos momentos y que me hiciera volar con sus palabras.
No es solo sexo lo que compartimos. También nuestras vidas, con alguna diferencia, coinciden. No sé porque es más fácil confiar los problemas a una persona ajena a tu entorno. Me gusta explicarle mis cosas. Supongo que para aligerar la carga de estar todo el tiempo reprimiendo los sentimientos reales. Primero pensé que me estaba enamorando. ¡Hacía tanto tiempo que no hablaba con nadie de una forma tan desnuda y sincera! Me dio miedo y estuve a punto de dejarlo correr todo y desaparecer. No he soportado nunca la cobardía, así que continué con las conversaciones y el tiempo se encargó de ponerlo todo en su sitio. No estoy enamorada de Adrián simplemente lo deseo. Deseo desesperadamente hacer el amor con él. Sentir sus labios sobre los míos, su piel, su aliento.
Ya ha llegado el taxi. Le doy la dirección del hotel al chofer que me mira con una sonrisa maliciosa como si adivinara que es lo que estoy a punto de hacer. No hay marcha atras. Hoy conocere a Adrian. Hoy mis fantasias seran realidad.




Versión en catalán


Els llavis d'un to cirera fosc prèviament perfilats i per acabar, una mica de brillantor. Ara treure l'excés de greix amb l'ajuda d'un tros de paper higiènic i a continuació tornar a perfilar amb cura. Segons l'Eva, aquesta es la manera d'aconseguir uns llavis irresistibles i gairebé permanents. Just el que necessito aquesta nit. Ara els ulls, ho faré a la meva manera encara que no quedi tan perfecte, de totes maneres amb les ulleres tampoc es nota tant. Una mica de ombra marro focs a prop de les pestanyes i sobre d'aquest, groc barrejat amb rosa en direcció a les celles. Perfilar la parpella inferior amb llapis negre i una bona capa de rímel. Ja esta! No ha quedat tan malament. Fins i tot semblo maca i tot.Son les vuit i encara no me vestit i l'Adrià m'espera a les nou a l'altre punta de la ciutat. He d'afanyar-me. No puc arribar tard al nostre primer encontre i que es porti una mala impressió. Quin perfum em poso? No tinc ni idea si li agraden o no les olors fortes. A mi m'encanten! Decidit, em posaré el que em va regalar la Neus pel meu aniversari. Fa una olor com d'Orient, una olor sensual i ell... No diu sempre que soc la dona mes sensual que ha conegut en tota la seva vida? Clar que, mai m'ha vist. La seva opinió ve condicionada per un parell de fotos i les nostres conversacions diàries. I si no li agrado? Millor el truco i li dic que no puc anar-hi. Això és una bogeria! No, no puc fer això. Ha vingut expressament per que ens coneixem. Seria una putada deixar-li plantant. A més vaig ser jo qui va provocar aquest encontre. Va ser la meva ma la que va escriure: "Agafa l'avio i vine a rescatar-me, m'ofego" El que no em podia imaginar es que s'ho prengués al peu de la lletra i vingués de veritat.
He d’afanyar-me. Una mica de vaselina darrere de les orelles, al coll, als canells, al plec dels colzes i entremig dels pits i el perfum a sobre. Així dura el doble i si no dura m’és igual. La meva mare ho feia així i jo segueixo la tradició. Que pensaria la meva mare del que estic a punt de fer? M’escridassaria de valent. Em diria que tinc el cap ple d’ocells i que només em busco problemes en comtes de gaudir la vida tranquil·lament. Aquesta es la qüestió. Com es pot gaudir de la vida tranquil·lament? Jo no se fer-ho. No m’omple el fet de tenir un bon treball, un pis agradable, un fill intel·ligent i un home bo. Necessito una mica d’aventura, alguna cosa que em tregui de la rutina. No demano coses massa sofisticades. Em conformaria amb que Manel em sorprengués de tant en tant amb una flor, un sopar sorpresa (encara que fos al bar de la cantonada), entrades pel cinema... Que se jo! Qualsevol detall per petit que fos! La rutina m’ofega i ningú s’adona excepte l’Adrià.
Dos quarts de nou i encara sense vestir-me. No se si posar-me el vestit negre llarg o els pantalons de lycra amb el top vermell. Les dues coses em queden fatal. He d’aprimar-me. Dilluns començo i aquest cop serà de veritat encara que...fa mes de quatre anys que començo la dieta el dilluns i l’acabo dimarts. Em falta motivació, algú que em faci costat. Com es pot fer una dieta si els que viuen amb tu no paren de menjar? Tot el dia mastegant alguna cosa. Que si patates fregides, que si crispetes, caramels, pastissets...¡Com que ells no s’engreixen! Al final acabo picant jo també i desprès m’agafa un sentiment de culpabilitat enorme i m’enfado, i com que estic enfadada menjo per tranquil·litzar-me i tornem a començar. Però que els he d’explicar a ells si no entenen res de res i l’únic que saben dir es que cadascú es com es i no s’han de donar més voltes. Com volen que no li doni voltes si quan vaig a comprar roba tot el que m’agrada no passa de la talla 38? Al final acabo a les botigues especialitzades en talles grans i allà només hi ha roba de iaia. No hi ha res modern ni atrevit. Es pensen que pel fet d’estar grassa no tinc dret a portar roba extremada. Jo ho necessito. Vull que els homes em desitgin, que s’enamorin de les meves corbes, que em facin sentir sexy. Em posaré els pantalons de lycra i el top vermell i a sota... Un tanga negre, res de sostenidors. A l’Adrià el farà tornar boig!

Ell sempre diu que soc la dona més atractiva que coneix i que el meu físic no és important, que el que importa realment es la meva personalitat. A mi tampoc em fa res que ell sigui baixet ni que tingui uns quants anys més que jo. Mai li he donat importància al físic. Es mes, no m’agraden els típics “guaperas”. No m’inspiren confiança. Potser es per la meva falta d’autoestima, però crec i penso que no m’equivoco gaire, que les persones normaletes o lletges tenim més coses per oferir. Com que sempre hem sabut que el nostre físic no era cap meravella em desenvolupat molt mes l’interior, els sentiments.
Sempre hi ha excepcions, es clar. El meu home pertany al grup de les excepcions. Es pobre tant de físic com de pensament. I amb això, no vull dir que sigui tonto ni molt menys, sinó que s’ha oblidat de que les coses que no s’exerciten es rovellant. Ell es un bon home rovellat per la rutina, i es feliç.
Quan el vaig conèixer no era pas així. Ens passàvem hores i hores parlant de qualsevol cosa i fent l’amor desesperadament. Ens desitjàvem tant! Fèiem projectes de futur junts. Érem feliços. Com imaginar que tan sols eren castells de sorra que el temps s'encarregaria d'arrossegar? Ara només parlem de feina, fem l'amor cada sis mesos i ni tan sols es un acte d'amor. Mes aviat és com un tribut que em de pagar pel fet d'estar casats. Ell no te projectes i jo només penso en el divorci.Tres quarts de nou, arribaré tard. On he ficat les sandàlies negres? Mai trobo res quan tinc pressa. Ja les veig, al fons de l'armari. On més podien estar? Un últim repàs abans de sortir. Maquillatge, bé. Roba, bé. Perfum, bé. El cabell, perfecte, l'Anna te unes mans màgiques. Va valdre la pena estar-se tres hores a la perruqueria! Ara el collaret de vellut negre i les arrencades de plata llargues perquè ressaltin el coll. S'atrevirà a petonejar-lo? Espero que si. Em moro de ganes! S'hi m'ho haguessin dit fa uns mesos no m'ho hauria cregut. Com es possible tenir una relació tan forta amb algú que gairebé no conec de res? L'Adrià va sortir del no res una nit d'un diumenge qualsevol fa un any. Em va agradar la seva manera de parlar. El vaig trobar interessant però mai hauria pensat que signifiques tant a la meva vida. La nostre relació va anar creixent al mateix temps que s'enfonsava el meu matrimoni. No l'estimo això, ho tinc clar o almenys crec que ho tinc clar. En tot cas es una forma d'amor que no te res a veure a la típica de parella. Confio totalment en ell, és difícil saber per què. Quan comencem a parlar m'oblido de les pors i dels complexes. Em deixo anar. Se que puc comptar amb ell per qualsevol cosa i això em fa sentir forta.
Ja he trucat al taxi. Aniré baixant no sigui que marxi sense mi i llavors si que l'haurem fet bona. Ha estat un autèntic repte planificar aquest encontre. El nen s'ha anat a passar el cap de setmana amb els avis. Això ha estat fàcil, però amb el Manel gairebé perdo l'esperança. No trobava l'excusa perfecta. Suposo que per falta de practica. Un munt de preguntes ha caigut sobre mi aquests últims dies. Al final l'he dit que vaig a un comiat de soltera d'una companya de feina. Sopar, festa, passar la nit a un hotel i platja demà. Això em dona un marge ampli pel que pugui passar. Si tot va be serà un cap de setmana màgic amb l'Adrià sinó, sempre puc tornar a casa dient que em trobo malament.
En Manel desconfia de mi i te tota la raó encara que jo no l'enganyat mai, almenys de la manera tradicional. Crec que si ho faig avui es perquè ell m'ha empés a fer-ho. La seva actitud m'ha fet desitjar fer realitat el que fins ara només era una fantasia.
Es curiós això de les fantasies. Sempre n'he tingut. Formen part de la meva personalitat i em serveixen d'estímul per seguir vivint. Quan era petita el meu joc preferit era simular pel·lícules. Repartíem els personatges i ens inventàvem una història. Cada racó del pati del col·legí era un escenari on transcorrien les nostres aventures. Hi havia un petit problema, com que l'escola era només per nenes, els papers masculins no tenien gaire èxit. Totes volien papers femenins. A mi no m'importava i solia ser sempre el protagonista masculí. M'agradava. Eren uns personatges importants que a diferencia dels femenins, prenien decisions que feien canviar el joc contínuament. Tenia només sis o set anys. Encara no sabia que això era una actitud masclista. Ho trobava normal i seguia les regles del joc. Encara havien de passar uns anys abans que comences a revelar-me contra el sistema.
D'aquells anys d'infància tinc un record especial: el moment en que vaig descobrir la meva sexualitat. Va ser una cosa totalment fortuïta i fins uns anys mes tard no sabria que d'això s'en deia masturbació.
Va ser el dia següent als Reis. M'havien regalat un ninot preciós, un nadó que feia pipí quan li donaves el biberó. Totes les nenes del carrer tenien un igual i ens afanyàvem per demostrar que érem les millors mares del mon. L'escala de la Roser era la nostre caseta. Allà canviàvem bolquers, donàvem el biberó, jugàvem amb els nostres nadons sintètics i els posàvem a fer la migdiada. Com que el nen no s'adormia nosaltres ens tombàvem al seu costat simulant que dormíem.
Em vaig estirar al costat del nino. La faldilla se m'havia aixecat una mica fent que les meves cames nues estiguessin en contacte amb el terra fred. Em va agradar aquesta sensació. Un calfred va recórrer el meu cos al mateix temps que sentia una cosa estranya al meu sexe, el "rin" com li dèiem nosaltres. Em vaig girar panxa avall i vaig ficar una ma per dins les meves calçetes. Estava mullada! Vaig tenir un ensurt. Com se m'havia escapat el pipí? Les meves amigues es riurien de mi i la meva mare s'enfadaria molt. Vaig apropar el dit moll al meu nas. No feia olor de pipí. Era un altre cosa. La calor del meu sexe s'havia incrementat i a més començava a tenir quelcom semblant a un picor. Amb compte per que no hem veiessin les meves amigues vaig baixar-me les calçetes una mica. Pensava que amb la fredor del terra aquest picor desapareixeria. S'hem va posar la pell de gallina, però era molt agradable i si em movia una mica encara més. Cap de les meves amigues es va adonar i vam continuar jugant tota la tarda com si res.
No li vaig explicar a ningú. Em feia la impressió que això era una cosa que no devia d'estar be. No es podia parlar del "rin" o del "gusanet" dels nens perquè eren coses brutes.
A la nit ho vaig repetir descobrint amb sorpresa que dins el llit calent també funcionava. Des de aquell dia les meves manipulacions les feia sempre a la nit. El meu germà dormia al llit del costat però era massa petit per adonar-se'n. Ara se que tots els nens es toquen, "exploració" diuen els pediatres. Amb el temps aquests tocaments desapareixen fins arribar a la pubertat. En el meu cas no va ser així. Cada dia m'acariciava fins adormir-me. Era fàcil, no necessitava imaginar res perquè era un simple acte físic, un instint.
Als dotze anys em van operar d'apendicitis i en el temps que vaig estar a casa sense anar a escola vaig descobrir que m'agradaven les novel·les de por que llegia la meva mare. Feia anys que cada dissabte anàvem a una botiga a bescanviar còmics i novel·les. Sempre ens ha agradat llegir a casa. Cadascú les seves coses es clar. Les novel·les de la meva mare eren d'amor i de por. Mai els hi havia fet cas, però després de l'operació estava tan avorrida que em va donar per llegir una de por. Va ser un dels descobriments mes importants de la meva vida.
Tractava d'un grup d'excursionistes que arribaven a una casa enorme en mig del bosc per demanar ajuda. El seu autobús s'havia espatllat. Allà vivien un grup de gent molt rara liderats per un noi que deia ser el fill del diable. Us podeu imaginar la resta, entre assassinat i assassinat hi havia tota classe d'escenes sexuals.
Des de llavors cada cop que em masturbava imaginava coses com les que havia llegit i encara ho faig encara que no ho sap ningú. No hi ha fantasia que em provoqui mes plaer que imaginar-me lligada de mans i peus i violada per dos homes que no paren de dir-me obscenitats tot el temps.
Molts cops li he volgut explicar al meu home però no m'he atrevit. Ell es massa senzill per entendre-ho. Si ja em mira malament quan li demano que em lligui i em llepi tot el cos o que em tapi els ulls i em digui qualsevol guarrada mentre em fa l'amor. Com confessar-li que em masturbo regularment i ho faig amb fantasies masoquistes?
La meva fantasia amb l'Adrià no és d'aquest tipus. Simplement ens donem plaer mútuament sense pensar en res mes. Es increïble el grau de complicitat que em arribat a tenir tot i que jo no facilito gaire les coses. La meva timidesa molts cops es com un mur que costa tirar a terra però ell sap com fer-ho.
Se que pot semblar de bojos masturbar-se davant una pantalla d'ordinador escrivint i llegint les sensacions que tenim un i altre. O tancar-se al bany amb el telefon per compartir els crits de plaer al arribar al orgasme.
Si a tot això li afegim els sms continus amb alguna petició morbosa. Com la de treure'm el sostenidor al bany de l'oficina y pessig arme els mugrons, o anar a comprar sense roba interior, o portar posades unes boles chineses al sopar a casa de la meva cunyada.
Cada proposta era més excitant que l'anterior i estava desitjant parlar amb ell per contar-li que havia sentit en aquells moments i que em fes volar amb les seves paraules.
No és només sexe el qual compartim. També els nostres vinyes, amb alguna diferència, coincideixen. No sigues perquè és més fàcil confiar els problemes a una persona aliena al teu entorn. M'agrada explicar-li els meves cuses. Suposo que per alleugerir la carrega d'estar tota la estona reprimint els sentiments reals. AL començament vaig pensar que m'estava enamorant. Feia tant temps que no parlava a algú d'una manera tan nua i sincera! Em va fer per i vaig estar a punt de deixar-ho córrer tot i desaparèixer. No he suportat mai la covardia, així que vaig continuar amb els conversis i el temps s'ha encarregat de posar-ho tot al seu lloc. No estic enamorada de l'Adrià simplement el desitjo. Desitjo desesperadament fer l'amor amb ell. Sentir els seus llavis sobre els meus, la seva pell, el seu ale. Ja ha arribat el taxi. Li dono l'adreça de l'hotel al xofer que em mira amb un somriure maliciós com si endevinés el qual estic a punt de fer. No hi marxa enrere. Avui coneixeré a l'Adrià. Avui els meves fantasies seran realitat.

viernes, 16 de enero de 2009

Primer encuentro

Hace tiempo que quería escribir sobre esos momentos íntimos que pasamos tu y yo pero no encontraba ni la motivación ni el momento para hacerlo. Ahora que el tiempo se ha encargado de apaciguar la pasión apresurada de los primeros años cambiándola por ese tipo de pasión madura y experimentada y no por ello menos excitante, hay veces que los recuerdos vienen de golpe haciéndome sonreír o excitándome en la ocasión más oportuna.
El otro día estaba en el trabajo dibujando un mapa cuando recordé nuestra primera vez. Fue hace casi diez años, un veinticuatro de diciembre.
Como cada año primero cumplimos con la familia y después, como buenos paganos, fuimos a bailar. Estabas muy guapo con aquella camisa de seda y mis manos te acariciaban la espalda al ritmo de boleros, bachatas, merengues... No sé si fue la cálida música tropical, los mojitos o el calor de tus besos pero supe que aquella noche sería tuya.
Llevábamos tres meses saliendo y no habíamos pasado de los besos. Si, ya sé que eso era culpa mía. Yo puse las condiciones. Nada de sexo. No estoy preparada te dije. Torpe pretexto para ocultar el miedo que me producía iniciar una relación estable a tan solo unos meses de mi divorcio de aquel impresentable. Tu respetaste mi decisión y en ese tiempo jamás intentaste llegar más allá aunque me consta que te costaba un trabajo enorme contenerte sobretodo, cuando nuestras lenguas se juntaban y mis manos se colaban bajo de tu camisa acariciándote el vello. En ese momento, tus manos trémulas rozaban mis pechos instintivamente y tu cuerpo se pegaba el mío. Podía sentir el calor de tu sexo hinchado, oprimido bajo tus tejanos, pegarse al mío que se licuaba sin permiso deseoso de ti. Pero siempre te contenías y eso fue lo que me enamoro de ti.
“Estoy cansada “ te dije “¿Me llevas a casa? Te invito a un café” Era la primera vez que estaríamos juntos en mi piso de noche y solos. Siempre lo habías evitado supongo que era demasiada tentación para ti.
Puse aquella cinta de Sabina que tanto nos gustaba a los dos y en vez de café abrí una botella de cava y me senté a tu lado en el sofá. Bebimos abrazados escuchando la música, besándonos cada vez más apasionadamente. Te susurré al oído que te quería y entonces no sé porque, se me ocurrió atarte y vendarte los ojos. Te sorprendió, amor mío, pero ya era tarde para dar marcha atrás y tampoco estaba dispuesta a ello. Mordisqueándote la oreja te iba diciendo muy bajito lo mucho que te deseaba. Te tumbé sobre el sofá y me senté encima de ti levantándome la falda hasta la cintura para poder moverme mejor.
Estabas nervioso, a pesar de que creías conocerme bien mi comportamiento esa noche no cuadraba con la imagen que tenías de mí. Desabroche la camisa despacio con la boca lamiendo y besando el pedazo de piel que quedaba descubierto. Cogí tus manos y las puse sobre mi culo descubierto. Vacilaste un segundo al notar que no llevaba ropa interior pero yo te volví a besar y tus manos presionaron por fin suavemente mis curvas.
Te mordí los pezones, diste un respingo pero gemiste cuando pase mis uñas por tus costados y la punta de mi lengua los rodeo calmando el dolor. Temblabas, amor, y yo cada vez te deseaba más. Me quite la blusa y el sujetador y lentamente fui rozando con mis pechos el tuyo. Mis pezones jugaron con los tuyos y tu sexo crecía, oculto todavía, bajo el mío. Me arrodille en el suelo y pase mi lengua por el borde del pantalón desabrochándotelo poco a poco. Te acaricié distraídamente el bulto que se te marcaba bajo el áspero tejido. Te baje un poco el pantalón y mi lengua traviesa se coló por el elástico del slip rozándote apenas el glande. Tu respiración se aceleró cuando acabe de bajar el pantalón y mis dientes marcaron el contorno de tu sexo sobre la suave tela de tu slip. Mis uñas no dejaban de acariciarte el pecho, tus costados, tus ingles. Mi boca iba de tus muslos a tu sexo liberando poco a poco tu sexo duro y cálido.
Mis labios lo atraparon por fin cuando menos te lo esperabas, tu cadera se movió introduciéndomelo más profundamente en la boca. Jugué con él un buen rato. Me encantaba su sabor, sabía a ti cielo. Me descontrolaba sentir tus gemidos y el temblor de tu cuerpo estremecido de placer cada vez que sacaba y metía lentamente tu pene hasta el fondo de mi garganta sin dejar de presionar con mis labios. Gritabas, me pedías más y tuve mi primer orgasmo sin que apenas me hubieras tocado.
Volví a sentarme encima de ti, mi sexo humedecido por mis jugos sobre el tuyo, rozándose. Me movía lentamente, nuestros cuerpos pegados, la piel quemándonos. Por fin entraste en mi. ¡Que placer amor! Me eché para atrás y me quede quieta un instante disfrutando de ti ¡Estabas tan adentro! Mi balanceo, lento al inicio fue haciéndose cada vez más rápido. Arriba, abajo, contoneándome, pegándome a ti para besarte, pasándote mis pechos por la cara y otra vez hacía para, sin respiro, volver a empezar. Tus caderas intentaban seguir mi ritmo embistiéndome profundamente. Desate tus manos y me cogiste por las caderas empujándome contra tu cuerpo desencadenando mi segundo orgasmo. Vibraba y mi vagina se contraía, relajaba y volvía a contraerse presionando tu pene sintiendo tus espasmos y el calor de tu semen dentro de mí.
Te quite la venda de los ojos, te besé y me abrace a ti disfrutando del maravilloso orgasmo casi compartido. “Te quiero” te dije. Tus labios sellaron mis labios, acariciabas mi pelo. Era tanto el calor de nuestras bocas y tanto el deseo que nos envolvía que tu sexo volvió a crecer dentro de mí y empezaste a moverte lentamente al mismo tiempo que yo contraía mi vagina atrapándolo. “Me vuelves loco” dijiste saliendo de mí, cogiéndome en brazos y llevándome a la cama. Me encontré boca abajo mis pechos aplastados contra el colchón y tu boca explorando mi sexo, lamiendo mis jugos y tu semen. El placer llegaba como descargas eléctricas venciendo mi pudor. Jamás nadie me había hecho eso por increíble que pueda parecer. Me abandoné del todo cuando tu lengua rodeo mi clítoris y tus dedos penetraron en mi. Una mano bajo mi cuerpo pellizcaba mis pezones cada vez más sensibles. Todo mi cuerpo se convulsiono ante el tercer orgasmo momento que aprovechaste amor para volver a penetrarme. En esta posición, yo a cuatro patas tu detrás empujando, parecía que nos fundiéramos y aún así quería más, gritaba pidiéndote más y tu empujabas cada vez con más fuerza. Cuando me cogiste del pelo clavándote salvajemente en mi creí que me destrozarías y a pesar de ello me escuchaba decirte “Más fuerte, fóllame más fuerte” Esta vez llegamos los dos a la vez, gimiendo caíste sobre mí y yo aplastada sobre el colchón eleve mi cadera para compartir nuestros espasmos. Tu semen y mi flujo resbalaban por mis piernas provocándome nuevos espasmos. Te tumbaste en la cama y me acurruque junto a ti. Estábamos sudados y recuerdo tu voz susurrándome al oído, las caricias de tus manos y el calor de tu cuerpo antes de dormirme. Cuando desperté a la mañana siguiente seguíamos abrazados. Dormías, te bese y cerré los ojos para no despertar nunca jamás.

El timbre corto de pronto mis pensamientos, era la hora de irse. Nunca una tarde de trabajo se me hizo tan corta a pesar de que de los cuatro mapas que tenía por hacer solo logre acabar uno. Salí corriendo en tu busca y te besé apasionadamente mientras susurraba en tu oído: “Necesito que me folles ahora mismo”.

miércoles, 14 de enero de 2009

Haz lo que quieras - Barricada

Todos tenemos canciones que erotizan nuestra vida y que cada vez que las oímos nos hacen recordar mil y un momentos placenteros e inevitablemente un cosquilleo agradable se instala en nuestro estómago predisponiéndonos a cualquier cosa que pueda pasar.
Aquí tenéis una muestra de mis temas erótico-musicales preferidos.

lunes, 12 de enero de 2009

¡A jugar que son dos días!

Ya estamos en la cuesta de enero y este año parece que a tod@s nos va a costar más de la cuenta subirla porque la crisis no nos da momento de respiro.
Os propongo un remedio que no falla para levantar ánimos (no seáis malpensados o sí, mejor sí, jajajaja), jugar. Pero olvidaos de la Wii, PlayStation y demás artilugios, lo que necesitamos son juegos de contacto con los que poder dejarnos llevar por nuestra fantasía.
Para ayudaros os propongo una serie de productos que os ayudaran a iniciar el contacto. Espero que os gusten.
Todos ellos y más los encontrareis en la web: LENCERÍA CACHONDA.

Set de lujo que incluye:

- Aceite de Masaje, a base de componentes naturales como aceites de almendra y aguacate, Vitamina E, Ylang-Ylang (250 ml)
- Aceite Afrodisíaco (100 ml)
- Crema Orgásmica (30 ml)
- Crema de Masaje (200 ml)
- Set de Polvos de Miel (160 g)
- Un plumero suave

Especialmente concebida para aumentar la sensibilidad del clítoris.
Al aplicarla mediante un suave masaje notarás una sensación de frío y calor que significa que el producto está actuando eficazmente.

El set incluye:

- Aceite para masajes
- Aceite Afrodisíaco "Intimate Kisses"
- Polvos de Miel para el cuerpo
- Un plumero suave para acariciar.

El set contiene:

- Crema Orgásmica "Jardín Secreto" (4 ml)
- Aceite Afrodisíaco (sabor Uvas, 10 ml)
- Aceite de Masaje (Frutas Exóticas, 10 ml)
- Gel de Baño (Frutas Exóticas, 10 ml)
- Polvos de Miel (4 g)
- Un plumero suave.

Combina el juego erótico con el romance gracias a esta pintura corporal de chocolate.

Escribe poemas de amor, dibujos de corazones, flechas con recorrido hacia las partes del cuerpo que quieras besar o lamer y todo lo que se te ocurra con su fino pincel.

¿Has soñado alguna vez con un orgasmo definitivo? El "Rain of love" es una crema para tu punto G, este producto viene acompañado de una guia ilustrada sencilla y concisa donde encontraras desde consejos para encontrar tu punto G, hasta las mejores posturas para explotar al máximo esa parte de tu cuerpo con el fin de encontrar el camino hacia el placer absoluto.



Utiliza estas velas para ambientar la habitación de la forma mas romántica posible ya que con su luz tenue y su aroma estimulante conseguirás una sensación estimulante y si a eso se le suma que como ya hemos dicho, esta vela de soja se convierte en un aceite de masajes que en el momento de usarlo estará templado lo que resultara mas satisfactorio aun si cabe para los dos.

Disfruta de una sensación increíblemente erótica cuando alguien deslice el plumero sobre tu piel dejando un fino rastro de un ligero polvo.

Tu pareja, además de vibrar a la hora de sentir las suaves caricias del plumero sobre su piel, se convertirá en tu postre más dulce.



Y si alguien se ha animado a usarlos o simplemente se le ha ocurrido como hacerlo, no estaría mal compartir su fantasía con nosotros, en este espacio cabe de todo..
Más cosas pinchando aquí:

domingo, 4 de enero de 2009

Rayo de luz

Sentir tus manos sobre mi piel despertó en mi sensaciones que hasta ahora creía dormidas. Todo mi cuerpo saltaba como un resorte como respuesta a tus besos. Tus manos, esas manos que tantas veces había tocado, me eran ajenas. Cogía uno a uno tus largos dedos y los lamía despacito, explorándolos. ¿Cuándo te hiciste esa cicatriz? ¿Por qué no estaba yo allí para curártela con mis besos y mis labios? ¡Qué dulce sabor amor! Dedos de caramelo, dedos de azúcar morena, dedos curtidos por mil y un trabajo y tan suaves como una pluma.
Jugabas con mis pezones. Los lamías y te separabas un poco para ver como se endurecían. Los mordías, blanco y tostado se fundían. ¡Es tan bello mirarte! Tu pelo alborotado, tus mejillas enrojecidas, tus labios brillantes anillando mi pezón.
Acaricio tu cara y el sueño se transforma en deseo cuando sonriendo vuelves a besarme. Tu lengua abre mis labios humedeciéndolos a la vez que busca ansiosa un encuentro con la mía. Me resisto a cerrar los ojos pero cuando nuestras bocas no son más que una, tu mano se desliza por mi estomago, desciende y empieza a acariciar mi vello recortado, dejo de tener control sobre ellos y todo se vuelve oscuridad. Nuestros pechos suben y bajan pegados cada vez más agitados. Tu imagen tatuada en mi retina llega hasta mi cerebro, te veo sin verte. Tan hermosa y dulce disipando las nubes. ¡Qué ciega he estado todos estos años, mirando sin verte!
Mis piernas se abren lentamente. Mi sexo húmedo acoge tus dedos vibrando a cada caricia, esas caricias que jamás imagine que iba a recibir de ti.
Me atrevo por fin a coger uno de tus blancos senos con mi mano y la dejo allí sin atreverme a ir más allá. Tus ojos una vez más disipan mis dudas, tu mano se posa sobre la mía, tranquilizadora y sabía. Me enseñas como amarte. Moviendo mi mano bajo la tuya sobre tu piel. Gimo cuando rozas con un dedo ese punto escondido en mi intimidad, en mi mente mil y un fuego de artificio estallan a la vez.
Me inclino ante ti con un único propósito, conocer el sabor de esas fresas duras, rojas, jugosas que coronan tus pechos. Las lamo, las saboreo, las muerdo. Se endurecen más y más entre mis labios. El olor de tu piel se abre paso sin dificultades, mis cinco sentidos tienen una única misión: tú cuerpo.
Mis ojos ciegos a todo que no seas tú se llenan de tu belleza, mi nariz se satura con tu olor a naranja y ambiciosa, sigue aspirando tratando de atrapar todo tu aroma, mi lengua lame tu piel una y otra vez saciándose de nuevos sabores que solo existen en ti. Mis oídos recogen tus gemidos y las palabras de amor que continuamente salen de tus labios. Mis manos recorren tu cuerpo extrañadas y complacidas por la suavidad y el calor de tu piel, por la dureza de tus senos, por la humedad que se adivina en tu sexo y sin atreverse aún a sumergirse en ella.
El espejo nos devuelve una imagen de cuerpos entrelazados. Geisha blanca y menuda perdida en mi figura de madonna, morena, grande y acogedora .
Mi mano guiada por la tuya llega por fin a tu sexo y apenas lo roza. De nuevo acudes en mi ayuda. ¡Qué sensación mojar mis dedos con tus jugos! Licor de amor decían viejos amantes, pócima mágica que tú, hechicera, destilas para mi. Me hundo en tu sexo y es como entrar en un camino sin retorno que lleva a sensaciones tan antiguas que siempre son nuevas. Mis dedos unidos a los tuyos vuelan entre sexo y sexo.
Coges mi barbilla izando mi cara para volver a besarme ahogando con tus labios mis gemidos. Mi espalda se estremece con cada caricia. Tus dedos entran y salen de mi cada vez más rápido. Mis muslos atrapan tu mano como tratando de evitar una huida improbable. Te imito amor, y pronto siento como tu cuerpo se tensa. Muevo mis dedos más lentamente ahora, apresados por las paredes de tu sexo. Entre temblores y jadeos empapas mi mano. Casi al instante, entierro mi cara entre tus pechos y mi orgasmo se mezcla con el tuyo. Inmóviles, cuerpo con cuerpo, siento tus latidos y no quiero separarme nunca de ti.

Volvemos a besarnos dulcemente. Cierras los ojos, beso tus párpados, tu frente, tus mejillas. Sonríes y muerdo suavemente tu labio inferior pasando mi lengua después calmando el mal que mis dientes te han infringido. Tienes frío, la piel erizada. Cubro con mi cuerpo el tuyo. De nuevo tus pezones me atraen poderosamente y sin oponer resistencia los beso y de nuevo noto el anaranjado sabor de tu piel. Paso mi lengua por tu estomago, recorro tu cintura y me arrodillo entre tus piernas contemplando tu figura desnuda. Sigues siendo la misma niña con la que tantas veces jugué. Tu sexo es como una flor a punto de abrirse. Me miras con tus hermosos ojos dilatados de placer. Tu deseo inflama al mío. Te doy a lamer uno de mis dedos sin poder dejar de mirarte y glotona lo chupas, lo muerdes, la lames. Empapado lo paso por tu vientre hasta abrir los pétalos rosados que tiemblan de placer cuando mi boca exhala su aliento sobre ellos. Tímida mi lengua recorre los pliegues que guardan tanta belleza. Te oigo gemir y con pequeños toques sobre ese mágico lugar consigo que grites de placer, tu sabor agridulce me embriaga y devoro esa dulce flor rosada que se abre solo para mi. Mi lengua penetra en ti. Te mueves sobre mi cara incrementando tu placer. Sujeto tus nalgas y lentamente dibujo círculos con mi lengua justo en el lugar que tu deseas. Tu rodilla entre mis piernas frota mi sexo cada vez más rápido. ¡Mi amor, déjate llevar y moja mis labios! Intento no gemir y seguir lamiéndote con el mismo ritmo a pesar de que mi orgasmo esta llegando y presiono mis piernas atrapando tu rodilla en mi sexo. Gritas y sujetas mi cabeza con fuerza, hundiéndola entre tus piernas. ¡Que dulce sabor mi vida! Repto por tu cuerpo, fundiendo tu piel con la mía y comparto contigo tu sabor agridulce, culpable sin duda de mi adicción a ti.
Te has dormido entre mis brazos mi cielo, quisiera que no despertaras nunca y pasarme toda la vida contemplando la sonrisa que se dibuja en tus labios.

Imágenes de Flickr:
1ª imagen - luv6simran9
2ª imagen - Alejandra Menduina

jueves, 11 de diciembre de 2008

Simplemente Teresa

Estaba viendo una película cuando oí el ruido de la llave en la cerradura. Entró cantando como de costumbre. Enseguida el aire se llenó con su perfume y las mariposas de mi estómago se alborotaron inquietas. Llenó con su sonrisa el salón y vino directamente a sentarse sobre mis rodillas. Sus labios eran dulces. Soltó una risita al notar mi erección y volvió a besarme antes de levantarse apresurada diciendo que se iba a poner cómoda. Estaba ya casi en la puerta cuando se volvió y me dijo:
-¡Se me olvidaba! Tienes una postal.
Giró sobre sus talones y la extendió hacía mí ignorando mi cara de desencanto En ese momento lo único que me interesaba era volver a tenerla sobre mis rodillas.
-Por cierto, ¿Quién es Teresa?


Ella dormía con la cabeza recostada sobre mi hombro. Una mata de pelo negro y rizado cubría parte de su cara y hombros y bordeaba unos pezones pequeños y puntiagudos duros como la punta de clavo. Eran tan sensibles que en ocasiones no podía evitar estar horas y horas acariciándolos, lamiéndolos, retorciéndolos, mordiéndolos, atento a los cambios en su cara que el placer iba provocando.
Me encantaba ver como su cuerpo se arqueaba y una fina película de sudor cubría su piel sedosa segundos antes de que los gemidos fueran tan incontrolables que ella, en un afán inútil de no escandalizar a los vecinos, trataba de ahogar mordiéndose los labios. Me miraba entonces de esa manera tan particular suya, mezcla de súplica y desafío que daba a su cara aniñada ese aspecto de mujer fatal, viciosa e insaciable que tanto me excitaba, y que sin duda era uno de los atractivos principales entre su numerosa clientela.
Cuando el orgasmo estallaba en su mente, su cuerpo desmadejado se agitaba convulsivamente, empapado. Sus piernas hasta entonces abiertas esperando una penetración que no llegaba, se cerraban con tanta fuerza que las rodillas una contra la otra pasaban del blanco natural de su piel a un color casi traslucido. Se diría que huesos y venas pugnaban por escapar del estuche de carne que les rodeaba. Yo seguía acariciándola con suavidad, sin poder dejar de mirar su cara de satisfacción: mejillas encendidas, ojos cerrados, sonrisa de Mona Lisa. Dejaba escapar entonces esos gemidos de recién nacido que tanto me asustaron la primera vez que los oí porque pensé que lloraba.
A veces era malo, lo reconozco y antes que pudiera recuperarse mis dedos ya pellizcaban y retorcían esas pirámides oscuras que coronaban sus pechos excitándola de nuevo y provocándole un nuevo orgasmo mas fuerte que el anterior y antes de que el mecanismo secreto de su cuerpo la hiciera cerrar las piernas la penetraba con fuerza y me moría de gusto al sentir mi sexo aprisionado por las paredes palpitantes de su vagina. Me enervaba oírla gritar sin moderación mientras yo la embestía una y otra vez ciego de placer, inmovilizándola con mi cuerpo y fundiéndome con ella hasta que la sangre se me espesaba en algún punto de mi estómago, mi mente estallaba y me desplomaba sobre ella mientras me vaciaba en el infierno de su vientre.

No tenía un cuerpo de modelo pero a mí siempre me había parecido preciosa. Estar con ella era como internarse en un paisaje interminable de colinas por explorar que invitaban a perderse en ellas para siempre. Se conservaba bien a sus cuarenta años, era coqueta y aún en los momentos en que la pasión desencaja los cuerpos, enreda cabellos y diluye maquillajes ella sabía como sonreír, como entornar los ojos o simplemente como adoptar una pose lánguida de gata satisfecha que la hacía la más atractiva de las mujeres o al menos eso me parecía a mí, que nunca logré quitarme del todo el miedo, atracción y respeto que me provocó su aparición en el dintel de su puerta aquella primera vez.
Yo tenía veinte años y una calentura cultivada durante cuatro largos años. Cuatro años de amores solitarios y aventuras furtivas que acababan en un polvo apresurado que aliviaba el cuerpo momentáneamente pero que no se parecía ni remotamente a las fantasías acumuladas en intensas noches de toqueteos frenéticos y largos días de estudio y trabajo rodeado de mujeres que me consideraban el mejor amigo del mundo y no se planteaban ni por un momento que quizás también podía ser el mejor amante.
La idea de pagar por sexo me pareció descabellada desde el primer momento pero no la deseché y se enquistó en mi cerebro como quien no quiere la cosa y fue conquistando espacio con una velocidad de vértigo arrasando todas las imágenes que habían poblado mis más oscuros deseos durante años.
No sé que fue lo que me hizo decidirme pero después de leerme a fondo la sección de contactos la elegí a ella, quizás porque era la única que no ofrecía mil y una técnicas amatorias con absurdos nombres de idiomas.
El texto de su anuncio era escueto:
“Mujer de 40 años cariñosa y con ganas de hacerte feliz. Teresa, 659456382”
Recorté el anuncio y lo guardé en la cartera. Tardé más de un mes en sacarlo de allí, unas cuantas horas en llamar y unos cuantos titubeos antes de quedar con ella dos días después.
Su voz me decidió. Era grave pero cálida, sugerente, envolvente. Me hizo suspirar, estremecerme y derramarme empapado en sudor esas dos largas noches de espera tan solo con rememorarla. “No podía ser de otra manera”- pensé cuando pude ponerle cara y cuerpo.
-Pasa, no te quedes en la puerta-me indicó con una sonrisa franca y nada afectada.
Yo no sabía como comportarme pero todo fue más fácil de lo que pensaba. Ella era una profesional y tras cobrar por adelantado lo convenido, me hizo sentar en un sofá y me puso una copa de whisky entre las manos.
-Y bien corazón, ¿qué quieres exactamente?-dijo mirándome a los ojos y acariciándome la cara con dulzura, más como una madre que como una amante.
Apuré la copa de un trago y gasté mis últimos cartuchos de valor explicándole que no quería un simple mete-saca si no algo más personal, un poco de conversación, mimos, cariñitos... sin estar pendiente del reloj.
Sonrió y me beso en los labios con dulzura. Yo siempre había creído que las putas no hacían eso y desterré mi sorpresa y mi pánico al más remoto lugar de mi mente lo más rápidamente que pude y le devolví el gesto con un beso apasionado cargado de urgencias y deseos.
Poco a poco nos fuimos desnudando dejando un rastro de prendas desde el salón hasta la cama. No podía separarme de ella, mis manos exploraban sus curvas delirantes y el sabor de su piel explotaba en mi paladar como si de una fruta madura se tratara. La descubría y me descubría a mi mismo, temblaba con cada caricia suya y jamás creí que mi cuerpo fuera tan erógeno, nadie me había tocado así. Cuando subió sobre mi como una amazona indómita me abrasé en su fuego y le rogué a los dioses que aquello no fuera un sueño. Abrí los ojos de par en par para no perderme el espectáculo de su cuerpo balanceándose sobre el mío, de sus muslos robustos presionando mi cuerpo, de sus pechos subiendo y bajando, de su cara de vicio, de sus manos pellizcándome los pezones, de su culo golpeando mi cadera. Restringí los sonidos que llegaban a mis oídos para no perderme sus jadeos, sus gemidos de gata en celo, sus susurros, las palabras que decía para enardecerme y me olvidé que era una puta. Olvidé que había pagado por que me quisiera. Olvidé que yo era uno más y la amé, y la estreché entre mis brazos cuando simuló un orgasmo y la apreté bien fuerte mientras la volteaba y poniéndome sobre ella la penetré de nuevo mientras saboreaba aquellos pezones puntiagudos y conseguía, esta vez si, que su cuerpo se convulsionará y entre gritos nos corrimos los dos y la besé, y dejó de ser una puta para ser simplemente Teresa.

Sus piernas robustas apenas aparecían y desaparecían cubiertas por las sábanas. A ella no le gustaban y a mí me parecían maravillosas y me entretenía en descubrirle nuevos puntos sensibles con mi lengua. La primera vez que intenté hacérselo ella se resistió y no volví a intentarlo hasta un año después. Para entonces yo ya no era un cliente, me había convertido en su amante habitual primero y en un amigo después. Se dejó hacer reticente, más tarde me confesaría que nadie se había fijado en sus piernas y que eso era lo que había acabado de convencerla de que eran horribles. Empecé por los dedos del pie derecho, lamiendo despacio mientras acariciaba su pantorrilla, saboreé su empeine hasta llegar al tobillo, mordisqueé su talón deseando devorarla entera. Arrodillado ante ella, con su pierna sobre mis hombros, no podía dejar de mirar sus muslos abiertos, su sexo rojizo empapado, su pequeño clítoris asomando entre los suaves labios. Llegué a sus rodillas y toda ella era ya sensibilidad pura, al menor roce se agitaba, su piel erizada pedía más a gritos, sus pezones desafiaban a la gravedad de una manera espectacular y una sacudida recorrió su cuerpo cuando mi lengua se posó en su sexo, abriéndolo despacio para saborearla una vez más antes de volver a empezar con la otra pierna sabiendo que lo que ella deseaba en ese momento en tenerme encima taladrándola sin piedad hasta hacerla enloquecer. Su mirada me suplicaba y yo seguí despacio, arrancándole gemidos con mi aliento, glorificando con mis dedos y mi boca aquellos muslos de seda que me ahogaban y a los cuales no quería abandonar. Sentí llegar su orgasmo antes de que empezara a gritar cuando eche mi aliento sobre su clítoris y la penetre con mis dedos despacio pero cada vez más profundamente. Se arqueó y empujo mi cabeza contra su sexo, al instante mi cara quedó empapada con sus jugos mientras su vagina parecía querer cortarme los dedos a cada contracción. No le di tregua, sin sacarle los dedos la ayude a ponerse de espaldas y así a cuatro patas sustituí mis dedos por mi sexo ansioso y la embestí con fuerza como a ella le gustaba, mis dedos se clavaban en sus caderas y ella gritaba pidiéndome más deshaciéndose en una serie de orgasmos encadenados que parecían no tener fin. Caí rendido sobre ella, ebrio de placer sin haberme corrido pero feliz.
Con los años nuestra amistad se fue intensificando y los fines de semana se repartían entre su casa y la mía. Crecí a su lado y me dejé moldear por ella ávido de aprender todo lo que quisiera enseñarme. Fue una amante pero también una madre, una amiga y una hermana. Yo no le preguntaba por su trabajo y ella no me daba explicaciones. La nuestra era una curiosa relación de pareja, no había amor entre nosotros pero si una curiosa dependencia sexual que crecía al mismo tiempo que la amistad.

Ella se dio la vuelta sin despertar y automáticamente me pegué a su espalda, su sexo contra sus nalgas. Me aparté un poco de ella, levanté la sábana para mirar su culo antes de volverme a pegar. Me sorprendió que me pidiera que la azotara, apenas si la había visitado tres o cuatro veces, todavía era su cliente y en mis fantasías nunca había entrado la violencia. Ella me enseñó la diferencia entre violencia e incitación. Me hacía sentar en el sillón orejero de la sala y se tumbaba de espaldas sobre mis rodillas, con el tanga enredado en sus rodillas.
-He sido mala-me decía con una mueca traviesa en su cara.
La azotaba despacio con palmadas suaves, a cada golpe la carne trémula de sus nalgas temblaba y notaba como ella se arqueaba más, provocándome. Yo le seguía el juego, golpeándola cada vez más cerca de su sexo que ella consciente o inconscientemente dejaba al descubierto al abrir las piernas. La notaba caliente y cada vez más excitada y seguía con las palmadas al mismo tiempo que dejaba colar mis dedos por su raja húmeda y ávida de mí. Veía como se enrojecía su culo casi tanto como su cara y mi sexo crecía bajo ella aprisionado por los pantalones que ella cruel, no me había dejado quitar. Poco a poco sustituía los azotes por caricias, le separaba delicadamente los labios carnosos de su sexo y la masturbaba con toqueteos suaves en su clítoris y amagos de penetración hasta que no podía más y me pedía a gritos que la follara de una vez. Incapaz de resistirme, la tumbaba sobre la alfombra y desabrochándome a toda prisa el pantalón, sin acabar de quitármelo se me iba el alma entrando y saliendo de su sexo como un poseso mientras le susurraba al oído: “Creo que tendré que castigarte más a menudo” cosa que provocaba su orgasmo y como respuesta el mío.
Con el tiempo estos juegos se fueron espaciando al mismo tiempo que las visitas, cada encuentro era menos apasionado que el anterior y las confidencias sustituían a los orgasmos. La amistad sustituyó al sexo y la distancia apaciguó las llamas hasta que llego un día en que oír Teresa no me hizo hervir la sangre, ni me esponjó los huesos, ni me anuló la razón y comprendí que nuestro tiempo había pasado.

-Teresa... ¡es una larga historia! Si te portas bien y no tardas demasiado en quitarte ese traje antes de que te lo arranque a mordiscos... ¡Quizás te lo explique!
-Jajajaja ¡Eres un chantajista!- me dijo empezando a desabrocharse la blusa con un mohín de niña caprichosa.